octubre 29, 2008

Novedad

Va una traducción al francés de este poema publicado acá hace casi un año. La traducción, a cargo de Bernard Pozier, ha sido publicada junto con otro par de poemas en el número 131 (verano, 2008) de la revista Estuaire, de Québec.





octubre 18, 2008

A wevo, padrino

Hace un par de días leí A wevo, padrino de Mario González Suárez. En la cuarta de forros se anuncia:

es una rapsodia épica que avanza en espiral develando las
costuras de una realidad evidente y fantástica. Su lenguaje violento refleja el
deterioro social y lo indefendible del discurso del poder político del país
donde viven sus personajes.

Con una voz por demás ágil, con un estilo personalísimo, el
narrador levanta a los lectores hasta un punto de no saber cómo llegaron ahí, en
qué momento empezaron a ver lo que ven y disfrutar de tanta infamia.

La historia está planteada como una indagación acerca del
destino, pero A wevo, padrino es principalmente una novela de aventuras
a la manera de las míticas epopeyas latinoamericanas.



El libro más bien devela sus costuras y se adivina fácilmente la intención del escritor, quien aparece en contadas (pero notorias) ocasiones en la voz del narrador-protagonista. Hay una parte intermedia que funciona como pausa o descanso del abrupto (sorpresivo) final de la primera parte; un capítulo transitorio que resulta prescindible. El final de la tercera parte, que es el final de la novela, no resulta tan sorprendente como en la primera, puesto que la fórmula es la misma: algo que veladamente va anunciándose a lo largo de la narración, que se intuye y que el escritor (narrador) va retrasando casi con malicia (¿pericia?).


La trama es la siguiente. La he tomado de Hoja por hoja:

Un jalisquillo se muda a Mazatlán —Mazachuset en la ficción—,
siguiendo un cuerpo hermoso. Taxista borracho, su destino lo pondrá ante un ex
compañero de prepa, que por lo visto es el peor cómplice con que uno se pueda
topar, y que lo llevará por caminos azarosos. Jaime Cuéllar, joven capo, lo
reclutará y lo obligará a trocar e, incluso, a redescubrir sus valores. En una
novela de intriga atemperada, González Suárez no necesita más; asistimos a
acciones encabalgadas en varios espacios donde truenan los cuernos y se escuchan
los ayes seguidos de muy mexicanas maldiciones. (Élmer Mendoza)