Acabo de leer este libro de Augusto Monterroso. Tan solemne y excéntrico que a uno le dan ganas, o bien de escribir, o bien de pasarse todo el rato pensando en cómo se ha sido tan tonto prácticamente toda la vida. Tales son los beneficios y maleficios de Augusto Monterroso. El libro es pequeño no por desnutrición sino porque inevitablemente Monterroso es un autor de brevedades.
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