
Es muy probable, casi lo creo a pie juntillas, que con esto del internet la gente lea mucho más de lo que creemos, sólo que, por supuesto, no se lee como antes, es decir sin prisa, sin necesidad de leerlo todo al mismo tiempo. Y de lo que más se lee es lo cotidiano, lo inmediato, lo que acaba de ocurrir hace cinco segundos en Nairobi o Uzbekistán; o bien apenas queda tiempo para leer las novedades literarias, para anotar las recomendaciones y conseguir los libros y leerlos lo más rápido posible para volver a estar en línea, si no es que se lee en línea. Sobre todo, lo que parece faltar es la comprensión, el diálogo con lo leído. Algo que lamentablemente el internet no puede hacer por nosotros.
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