abril 02, 2011

A una amiga veneciana

Domingo por la mañana


     Tampoco yo: no tengo adioses.
     Me llevo su Alma y la mostraré a Dios y a los ángeles. Estará en el Universo. Las flores se mirarán en ella, maravilladas, y los pájaros se acercarán a beber. Será feliz.
     Mi corazón sigue contemplándola hincando las rodillas. La amo. Escucho las campanas.
     Infinitamente suyo.
R.M.

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