
Yo quería una foto con mi reflejo en una esfera. Ahí donde ve usted el golpe de luz debería estar mi cara.








Hace unas semanas leí La hierba roja de Boris Vian y encontré algunas coincidencias con temas que me han estado rondando últimamente. Estoy sospechando ahora, pero no quiero especular demasiado, que monsieur Vian ha sido un maestro importante de Cortázar, pero claro, si todos han sido maestros de todos, y yo no sé de qué trata la vida. Pero es como el dólar: un día sube, al otro baja; o como la vida: un día estamos, al otro ya no (véase el filme chileno Cachimba).
En País de nieve, Yasunari Kawabata relata con maestría el triángulo del amor, la belleza y el paisaje con su escritura sutil y poderosa.
Un tema que sale al paso, del que por cierto hablaba con Amaury Estrada hace algunas semanas, es el de la nueva poesía, o bien, el del los cambios generacionales, o bien, el de las transiciones, o bien, etcétera. Recuerdo haber mencionado en esa charla, casi al vuelo, que en México las generaciones que me parecían de transición entre el siglo XX y el XXI eran, precisamente, las de los años sesentas y setentas. Al parecer no andaba tan perdido. Para entonces ya conocía el libro A contraluz. Poéticas y reflexiones de la poesía mexicana reciente (tierra adentro, 2005), compilado por Rogelio Guedea y Jair Cortés; y hace poco he encontrado una antología hecha por Julio Ortega, Poesía latinoamericana del siglo XXI. El turno y la transición (siglo XXI, 1997).
se ha establecido en el rango de 'poesía joven' o 'poesía actual' y la selección de autores es tal vez tan justificada como arbitraria, teniendo en cuenta que toda elección es, de suyo, una renuncia." En este libro los poetas reflexionan en torno a la vigencia de la poesía y otros asuntos pertinentes. En cambio, en El turno y la transición, no hay nada más que obra para mostrar en términos menos ensayísticos el estado actual de la poesía "joven". Otras diferencias son que en el libro de Ortega, los años van del 59 al 75, y hay solamente dos poetas mexicanos: Jorge Fernández Granados y Ernesto Lumbreras.
Zagajewski es a la par un poeta culto y popular, es decir, un poeta que en sus mejores momentos puede satisfacer el gusto del grupo más ancho de lectores. Dice en uno de sus poemas: "La poesía es búsqueda de resplandor", y es cierto. En su concepción la poesía nos salva los momentos mejores, por lo que los libros de Zagajewski suelen tener algo de dietario: viajes, encuentros, pensamientos, recuerdos, todo ello se nos da en un tono coloquialmente culto, que busca la sorpresa y el pensamiento lírico, pero que no desdeña la cotidianeidad, lo consuetudinario.